martes, 18 de noviembre de 2008

Homenaje a los 100 años de Allende








En estos días se han realizado en Chile y en el mundo entero una serie de celebraciones, debates, foros y otros encuentros que han centrado su atención, desde diversos ángulos y perspectivas, en lo que fue el gobierno de la Unidad Popular, de cómo se obtuvo el triunfo de esta idea, plasmada desde muy temprano en nuestro país por Salvador Allende y las fuerzas de izquierda, progresistas, democráticas y revolucionarias y también de cómo se consumó el golpe de Estado que estableció en Chile la negra noche de la dictadura política y militar de la derecha y sus socios imperialistas norteamericanos. Como es natural, en estos debates se producen diferencias de opiniones, matices, pero algo queda muy claro, el preclaro liderazgo, el cariño y la fuerza con que convoca a los pueblos de diversas latitudes nuestro querido Presidente Salvador Allende Gossens.
Recordemos que los países del sur del continente eran presa de una serie de golpes de Estado que dejaron cientos de miles de víctimas, miles y miles de detenidos desaparecidos y ejecutados por razones políticas, centenares de miles de detenidos y torturados, millones de exiliados o desterrados, crímenes de lesa humanidad sobre los cuales, en la mayoría de los casos, aún pesa la impunidad.
Chile y su gobierno legítimo, encabezado por Salvador Allende, no pudo evitar ser víctima de esta estrategia norteamericana que se asentaba en las campañas de desestabilización, en la división de las fuerzas democráticas, en la más sucia campaña del terror, en el financiamiento de siniestras campañas de sedición política y militar.

Chile necesita ser dueño de su destino. Por eso es que hoy, cuando celebramos este centenario, debemos también meditar con serenidad. Ya no es la hora sólo de la palabra o de la acción contestataria. Es la hora de la unidad de las conciencias y de las voluntades, más allá de donde se encuentren, pero que estén en disposición de buscar una alternativa de gobierno libre del dogma y de la institucionalidad neoliberal que cada vez se demuestra más ineficiente en la solución de los problemas de los trabajadores, de la gente modesta, de la llamada clase media, de los pequeños empresarios, campesinos, de las mujeres, ancianos y niños, de los pueblos originarios.

Chile necesita de una democracia de verdad. No queremos que vuelva la derecha al poder, pero no queremos seguir viviendo con este remedo de democracia, encadenados al lastre antidemocrático que dejó Pinochet, en la Constitución amañada que hoy nos rige.

Hoy cuando tanto tiempo ha pasado, podemos decirle; Salvador, hermoso nombre el tuyo, quisiste salvar a tu patria y a América, tu nombre no ha caído en el olvido, has resucitado más allá del tercer día. Salvador, allende los mares y las montañas tu nombre se escucha por los confines de la tierra y va unido a la bandera tricolor que defendiste con aliento y valor hasta el último instante de tu vida. Maestro has de ser de generaciones como lo fuiste de la palabra, médico serás de los pobres de la tierra que tanto necesitan de ese amparo.

Compañero serás de los que crean en lo que tú creíste, en las ideas del socialismo, en una sociedad superior en la cual en medio de los desmanes y las vilezas del imperialismo, tu nombre será siempre recordado como un símbolo de lucha. Has combatido y has triunfado, tu nombre se ha salvado, Salvador Allende, de la muerte y del olvido.

El Grupo Nehuen participó en los actos realizados en Lota, Coronel y Concepción, tal como muestran las imágenes.

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