lunes, 29 de octubre de 2007

Homenaje a Victor Hugo Huerta Beiza



Si nos remontamos en el tiempo, y volvemos a noviembre de 1983, el mes se inicia con una violenta escalada represiva, que trajo nefastas consecuencias para las fuerzas populares que luchan contra la dictadura. La primera víctima es el dirigente del Partido Comunista Victor Hugo Huerta Beiza. Se bajó de un taxi en la esquina de Los Carrera con Paicaví, sorpresivamente cayeron sobre él, varios agentes de civil que a la fuerza lo subieron a un automóvil y partieron con rumbo desconocido.

En las horas siguientes, Huerta Beiza fue severamente torturado. Los golpes y las descargas eléctricas lo dejaron en muy malas condiciones.

Esa misma tarde, el dirigente comunista fue conducido al barrio Pedro de Valdivia. Allí, en la calle Sanders, uno de los agentes de la CNI apoyó un arma en la frente de Huerta y disparó una bala calibre 9 milímetros que le cruzó de arriba abajo su cabeza, provocándole una muerte inmediata.

Al día siguiente, la CNI, en un comunicado oficial, dio cuenta de un enfrentamiento con extremistas en el barrio Pedro de Valdivia.

No se habían registrado heridos y sólo había una víctima: Víctor Hugo Huerta Beiza, que tenía un hoyo de cinco centímetros en su frente, ocasionado por un balazo a quemarropa, y otros 12 impactos en el resto del cuerpo.

El cuerpo tenía además uno de sus brazos quebrados y una serie de líneas negras que cubrían gran parte de su espalda, desde los hombros hasta los glúteos.

Esas huellas habían sido dejadas por las descargas eléctricas a las que lo habían sometido sus captores.

Este hecho causó profunda conmoción en todos los sectores sociales de la zona, debido a que después de este alevoso asesinato, muchos jóvenes fueron detenidos y llevados a los cuarteles secretos de la CNI , temiendose por la vida de todos ellos.

Alejandro Sepúlveda Contreras, profesor de música y amigo personal de Huerta, volcó todas sus emociones, rabia, desasón, ansias de justicia y castigo a los culpables. El canto fue lo único que poseía para ametrallar a los asesinos. Por esta muerte se erizan las razones del cantor y acude urgente a la belleza del poema revolucionario, el arte debe tener altura y el canto debe volar lejos. En estos avatares le escuchamos entonar con emoción sus versos cargados de denuncia y esperanza. No vaciló en regalarnos su creación, que poco a poco fuimos asimilando, verso a verso, nota a nota, hasta que llega el momento de presentarla en el Primer Festival por los Derechos Humanos en noviembre de 1984 en la Parroquia San Juan de Lota. Premiada por el público y el jurado, se transforma en tema permanente en los actos culturales, políticos y solidarios de esos años.

Si bien esta canción no pertenece al grupo Nehuen, es parte importante en la historia musical de sus integrantes y de su creador. Hoy al cumplirse 24 años del asesinato de Victor Hugo Huerta, reconocemos que los versos de Alejandro fueron proféticos : “ No Podrán los asesinos, librarse de la justicia “, todos los responsables de este crimen están en la cárcel.

1 comentario:

Gustavo Rojo Barros dijo...

Genial aporte estimado! Mi nombre es Gustavo Rojo Barros, soy estudiante de las carreras de Periodismo y Licenciatura en Historia de la Universidad Alberto Hurtado. Necesito solicitarte un favor. Sé que fuiste uno de los pocas personas que pudo descargar el libro “Rostros y rastros de un canto” de Antonio Larrea, desde el sitio http://sellodicap.blogspot.com/. Me interesa de sobremanera poseer ese trabajo, ya que estoy realizando una investigación sobre la Nueva canción chilena, y ese libro es esencial para abordar ciertas temáticas estéticas de la época. Por ende necesito solicitarte el que me puedas enviar un link de descarga o, si existe la posibilidad, mediante msn me lo puedas enviar.

Te lo agradecería demsiado, no sabes lo complicado que estoy con ese trabajo.
Un abrazo, Gustavo Rojo Barros.

Mi correo electrónico es gustavrojob@live.cl.